Sorland agentziako zuzendari moduan, bezeroen marka helburuak betetzeko nahiz Sorlandeko taldea asebetetzeko egiten dut lan.
De vez en cuando suele ocurrir que un cliente se resiste a cambiar el logo de la marca. Nos ha ocurrido en un trabajo reciente y hemos pensado escribir sobre ello ya que puede ser interesante, tanto para los que nos dedicamos al branding como para nuestros clientes.
Imaginaos que un cliente nos pide elaborar una estrategia de marca para reposicionar su producto u organización. Es decir, es consciente de que necesita un cambio y nos pide que le ayudemos en ese proceso. El cliente, que ha colaborado con Sorland durante todo el proceso, está de acuerdo con la estrategia. Está de acuerdo con todo… hasta que hablamos de “actualizar” el logo. Y ahí es donde tocamos la fibra sensible. El logo es la parte más visible y emocional de una marca. Es algo con lo que tenemos un vinculo sentimental y nos da identidad. Nos sentimos parte de ese algo. El logo apela a la lealtad, nos reconforta y también llama a nuestro lado más nostálgico. Y no queremos perder todo eso.
Dejar de lado algo que “sigue funcionando” puede crear incertidumbre. Vemos enseguida los posibles efectos nocivos del cambio. Sin embargo, no nos damos cuenta de las consecuencias negativas de no cambiar el logo y de los beneficios de reposicionar la marca con un nuevo logotipo. Y eso es algo que hay que calibrar bien. Hay que analizar el riesgo que supone no cambiar de logotipo: ¿podemos reposicionar la marca si no estamos dispuestos a cambiar un diseño? Puede ocurrir que las primeras propuestas no nos convenzan, pero eso tiene fácil solución: seguir elaborando propuestas. El verdadero peligro es que el logo languidezca plácidamente, que la gente desconecte de nuestra marca sin sacar ruido, sin que nos demos cuenta.
Tampoco hay que cambiar por cambiar. Si una marca funciona bien, es mejor no tocarla. Si no ha cambiado nada en la organización, no hay que cambiar de marca. Si el logo sigue siendo actual, no hay que cambiarlo. Cambiar el logotipo de una organización es una decisión muy importante.
Ahora bien; si nuestros asesores de marca nos recomiendan el cambio, sobre todo después de haber hecho una estrategia de marca, es algo que hay que considerar.
Porque quizás ese (viejo) logo no representa ya la organización actual. O porque quizás su diseño ha quedado obsoleto. O quizá porque todo el sector está cambiando estéticamente y nosotros no. Quizá a nosotros el logotipo nos sugiere lo mismo de siempre, pero a los nuevos públicos les transmite una marca anticuada. Quizá da problemas de legibilidad o reproducción en medios digitales o nuevos formatos audiovisuales.
Cuando los expertos recomendamos un cambio de logotipo, es por que, seguramente, necesitas actualizar la imagen de tu organización. Podemos estar equivocados, pero por suerte también tenemos la distancia necesaria para no resistirnos al cambio.